Salgueiro

El salgueiro, nombre que se le dá en mi tierra a los sauces (este en concreto un salix atrocinerea) , a pesar de ser muy abundante en los márgenes y cursos de ríos en Galicia, tampoco es una especie que se prodigue mucho en bonsái.
Son contados con los dedos de una mano los que he podido ver hasta el momento cultivados como tal, a pesar de ser una de las especies más fáciles de enraizar tras su recolección. Basta con que el riego sea abundante para que la recolección sea todo un éxito.
El motivo por el que no abunden responde al hecho de que si bien son muy fáciles de enraizar como ya he dicho, tienen por la contra el inconveniente de secar ramificación fina una vez llegada la estación fría, el invierno. Por lo cual, conseguir un árbol de esta especie equilibrado en cuanto a ramaje es una misión harto difícil.

Sin embargo, cuando lo recolecté (de esto hace tres años ya), y al ver en un especimen con todas las posibilidades de dar una buena cascada, (hasta la fecha no tengo ninguna) no me lo pensé dos veces y me decidí a traermelo conmigo aún a sabiendas de las dificultades a las que me iba a ver enfrentado. A saber: conseguir una, cuando menos, aceptable ramificación fina.

Pasados tres años, me encuentro ahora con el dilema de que este brotó por donde menos me lo esperaba. Esperaba que brotase a mitad de tronco para un posterior recorte del mismo. Pero no, brotó en su extremo final por lo que la posibilidad de una posible cascada se fué al traste y es que, desde este punto de realizarle una copa el árbol siempre daría la impresión de estar cayéndose.

Una solución sería cambiarle el ángulo de plantado para de ahí, barajar la posibilidad de una cascada total, pero el arranque del mismo así lo impedía. Teniendo en cuenta pues esto, me he decidido a cambiarle el ángulo de plantado, levantándolo para de esta manera convertirlo en un moyogui.

La idea de la cascada tocaba a su fín...

Y este es el resultado. No sé vosotros, ¿con que posible frente os quedaríais?.